La profesora severa y alta





La profesora severa y alta



La profesora severa y alta,
con cuerpo de paraguas y cara de invierno,
tomó el enorme caracol nacarado
que tiene un número en una de sus riberas
(cifra que es el nombre con que está registrado
en el inventario del colegio)
y nos dijo que si lo acercábamos al oído
escucharíamos el sonido del mar.
Yo no oí el ruido de las olas.
Asombrada,
sólo escuché tu voz lejana,
llamándome.


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